Ahora vemos el derecho a votar como algo natural, algo que va implícito a la sociedad en que vivimos y quizás eso haga que no tomemos conciencia de lo mucho que tuvieron que luchar nuestros padres por poder hacerlo.
La verdad me daría vergüenza mirar a mis padres y decirles que no he ido a votar sin tener una razón que lo justifique (y es que mucha gente no va a votar porque va a la playa, o porque dice que no le gusta ningún partido, o porque le da pereza...). Votar es un derecho adquirido por disfrutar de una democracia, por vivir en una sociedad libre y, por suerte, donde cada uno de nosotros tenemos la capacidad mediante las urnas de decidir quien va a regir nuestras normas, nuestros derechos y nuestras libertades, tanto como personas individuales (derechos individuales: aborto, ley de dependencia, matrimonios gays, etc) como colectivo social o sociedad.
Esta sociedad, la nuestra, la que nos está tocando vivir, está en continuo cambio, en continuo progreso, los avances tecnológicos, científicos e informáticos marcan día a día nuestros caminos y las personas que dirigen todo esto deben de ser personas progresistas, que no se opongan al avance, que no pongan trabas ni al progreso científico (células madre, aborto, genoma, clonación...) ni al progreso tecnológico (Internet será la base de nuestra sociedad en pocos años).
Y para conseguir esto debemos ejercer nuestro principal derecho, que es el de decidir quien va a gobernar todos estos cambios mediante el simple y fácil gesto que es depositar una papeleta en una urna, EL VOTO. La ausencia de votos siempre ha favorecido a la derecha y es que, curiosamente, la derecha siempre vota, tienen esa facilidad para acudir a las urnas y la única forma de evitar el triunfo del PP es acudir masivamente a votar el Domingo, a votar por el progreso, a votar por el avance social, a votar por que Europa sea pionera en tecnología, en el cambio energético...
Yo iré a votar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario